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martes, 4 de marzo de 2008


LA CULPA

Quizá la culpa fue, de mi destino marinero,
De mis oleajes sabor de retorno y despedida,
De mi frágil arena al filo desnudo de la rada.
Posiblemente, la culpa fue de esta
Vehemencia dilapidada en una caja de sardinas.
Cadenas azuladas sujetando mi codicia de amor,
Tu desdén de páramo sobre mis cálidas palmeras.
Cantándome a la flor de mi oído
La niebla triste de tu monotonía.
Acaso, la culpa fue de esta, mi utopía de amor,
O de tus palabras huecas ancladas
Al malecón del desencanto.
De esta mi manía de construir puertos
En jeroglíficos virtuales.
Tal vez la culpa fue de esa flor
Amanecida en la mitad de tu pecho
Tardíamente, sin perfume ni quimera,
Haciendo de mi vida un lunes eterno.

Adiós, No vuelvo. Entierro mi silencio
En el fondo de una estrella
Y la regalo al mar.

No vuelvo. Adiós a tus ojos que amé tanto.
Fue culpa de los dos, sin duda, y
De la descarada ficción de aquella golondrina
Que piloteaba indeleble el aerolito
Que se llevó de mi vida los domingos.

Premio Calidez

Premio Calidez