LA CULPA
Quizá la culpa fue, de mi destino marinero,
De mis oleajes sabor de retorno y despedida,
De mi frágil arena al filo desnudo de la rada.
Posiblemente, la culpa fue de esta
Vehemencia dilapidada en una caja de sardinas.
Cadenas azuladas sujetando mi codicia de amor,
Tu desdén de páramo sobre mis cálidas palmeras.
Cantándome a la flor de mi oído
La niebla triste de tu monotonía.
Acaso, la culpa fue de esta, mi utopía de amor,
O de tus palabras huecas ancladas
Al malecón del desencanto.
De esta mi manía de construir puertos
En jeroglíficos virtuales.
Tal vez la culpa fue de esa flor
Amanecida en la mitad de tu pecho
Tardíamente, sin perfume ni quimera,
Haciendo de mi vida un lunes eterno.
Adiós, No vuelvo. Entierro mi silencio
En el fondo de una estrella
Y la regalo al mar.
No vuelvo. Adiós a tus ojos que amé tanto.
Fue culpa de los dos, sin duda, y
De la descarada ficción de aquella golondrina
Que piloteaba indeleble el aerolito
Que se llevó de mi vida los domingos.
martes, 4 de marzo de 2008
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5 comentarios:
Querida Lya
Qué bellas imágenes literarias las de tu poema.
Se te quiere bien.
Peggy Bonilla
muy lindo
Amiga: una dulce nostalgia se trasluce en tu poema con gusto a sal de mar. Un beso.
Amiga Lya:
Recurro a este espacio para avisarte que alguien usa tu computadora y contesta tu chat. Por favor escríbeme para que te comente los detalles.
Un abrazo. Liz
A todos los queridos amigos: gracias de corazón. Lya.
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