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martes, 6 de mayo de 2008

OTOÑO

Al son de las hojas de la acacia desnuda,
danza el viento en el patio, esta tarde de octubre.
Revuela la fronda, el remolino galante
de algún vals escapado de " Los bosques de Viena".

Lívido el sol, besa una nube, que discreta pasa
por el cielo amarillo, de este suelo boreal y lejano.
Va la gente de prisa, encogida, triste.
Con esta misma tristeza que aovilla mi vida.

¿Qué será de aquel? Pasó el tiempo entre su ser y el mío,
entre su paraíso y mi congoja; no hubo espacio
para sembrar quimeras, en esa vieja historia
tenazmente irisada de lloviznas.

¿Será su vida como esta calle vacía?
¿Será su cuerpo un jardín congelado?
Mi pobre corazón naufragó como esta hoja,
Como esta nave quieta, como esta ola, que en la rada
inventó silencios bajo el sol helado.

En esta hora, inexisto. Como un fantasma,
con la ventana abierta solo espero:
Un navío dorado para mí oceánico
y tenaz desamparo.
Y sola, en esta tarde, ensaya el corazón
un ballet de cristal sobre la fronda.
En la cal marchita de esta tarde anciana,
Anciana, desmayada, yerta, y fría.

Nueva York, 1996

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