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jueves, 7 de febrero de 2008


EL POEMA
1. EL LENGUAJE POÉTICO
Los conceptos de lenguaje, poesía y arte son para ciertas líneas de pensamiento, esencialmente idénticos, en cuanto convergen en la fundamental unidad del espíritu y en la convicción de que el lenguaje es en definitiva creación; expresión de un logos espiritual según su modo inicial de existencia. En esta estructura, objeto y forma, se fundamenta la autonomía del valor poético.
El poema es el principio y el fin del acto de comprensión estética; constituye un ser en sí mismo, una creación; ello le otorga un valor propio e intrínseco.
Valor substancial, objetivo, opuesto a las formas no poéticas del lenguaje.
Las modalidades no artísticas de la palabra son medios, ropajes, vehículos, formas accidentales de un contenido o sustancia científica, religiosa, conversacional a la cual sirven. Una vez cumplida su función mediadora, la palabra no poética, pierde su efímero ser substantivo, en virtud de la finalidad que desde fuera la sostiene.
No ocurre lo mismo con el poema. He aquí la diferencia enorme con la palabra no poética.
“Yo os hablo, y si vosotros habéis comprendido mis palabras, estas mismas palabras se han abolido. Si me comprendéis, significa que esas palabras han desaparecido de vuestros espíritus, han sido reemplazadas por una contrapartida, por imágenes, relaciones, impulsos...”
La belleza artística, entonces, nace a partir de una identidad entre forma y contenido; la poesía se engendra cuando lo transmitido por la palabra es enteramente inseparable de la forma verbal misma. El poema no deja pasar un contenido libre, no deja escapar su fondo.
¿Cómo se acoge este lenguaje?. Los versos se resisten a separarse del contenido. Ahora, ¿qué palabras pueden considerarse poéticas?. Ninguna palabra es de por sí más poética que otra: no hay diferencia entre “amaranto” y “cazuela”.
Explica Ibáñez Langlois : “Es ley general de la poesía el rescatar la palabra de su empleo cotidiano -pasajero y práctico- para erigirla en objeto substantivo, que lleva consigo su propia realidad, porque “solidifica” la experiencia que designa, redime a la palabra de su mera condición de signo o medio.
Sartre corrobora: “Los poetas son hombres que rehúsan utilizar el lenguaje.” Para el hombre que habla, las palabras son domésticas; para el poeta, permanecen en estado salvaje. están en el origen del poema. Las palabras las toman, las penetran y las metamorfosean...
Según Pfeiffer, esta es la definición de la palabra poética : “El objeto solo se nos da con el lenguaje y por medio de él : buscar algo tras la expresión verbal es buscar en el vacío”.
Por lo tanto, la poesía rescata de la palabra real, su potencia original. La palabra poética es fuerte por sí misma, es un patrimonio duradero.

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