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domingo, 27 de enero de 2008

EL ESTADO DE POESÍA
Actualmente los poetas no creen en la inspiración, al menos en la forma romántica, Benn afirma que la inspiración desorienta “hace surgir un par de versos” pero luego, el hombre con sus fuerzas “toma esos versos, los pone en el microscopio, los examina, les da color, busca las partes enfermas...”
Sin embargo, la mera presencia de esos “dos versos”, o “del uno por ciento”, confirma la realidad de un elemento gratuito en la creación; que el poeta, tras un ejercicio prolongado, logre cierto dominio, siempre relativo, sobre la inspiración, y que esto le permita usar un mínimo de aquel elemento gratuito, y que sobre la base de éste, con inteligencia creadora logre su obra; nos conduce a la confirmación de que ese germen creativo, primigenio de la obra, es un elemento imprescindible para el poema.
Los poetas “sin inspiración” creen haber logrado sin ella la libertad poética, que consiste en la independencia de ese estado de poesía con respecto a situaciones anímicas y sociológicas precisas.
Sin embargo, este distanciamiento se produce en la inspiración del poeta, no con respecto al lenguaje del poema y a su ley interna.
El poeta no es nunca, ni en el caso de mayor genialidad, un frío artífice de la palabra, pues recibe sus mejores fuerzas desde la profundidad ignota de su ser.
Las experiencias vividas por los poetas, no son exactamente iguales, pero contienen un elemento común, universal, que le presta una fisonomía particular.
“ El poeta surge en el hombre por un acontecimiento inesperado, un incidente exterior o interior: un árbol, un rostro, un tema, una emoción, una palabra.”
Esta sería, talvez, la vertiente “objetiva” de la inspiración, la cara que mira al poema y por tanto le otorga universalidad al proceso. Son accidentes de un proceso que culmina con el advenimiento del germen creador, su aparición sobre el nivel de conciencia. Lo único definido, desde el punto de vista artístico, es su relación con un poema. La experiencia original no es lo que se trasmite en la obra, sino una instigación a producir la obra y el primer límite a lo que pudiera creerse un “trance” viene a ser su relación con la palabra poética. Este paso de la poesía, conduce a otro universo verbal, a un mundo fonético y semántico muy distinto del lenguaje ordinario.
“ Un poeta -nos dice Valéry- no tiene por función sentir el estado poético : éste es un negocio privado. De allí que inspiración y técnica, son elementos de un mismo mundo : el poema.
El estado de poesía es una cuestión que concierne al poeta, en su mundo privado. Como poeta debe entregarnos un objeto precioso construido con palabras y engendrado en la belleza, que tiene su propia vida y que se llama poema.

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