VIAJANDO
Entre las olas del mar Caribe,
ibas conmigo sin que lo
supieras
en fuga eterna sobre el sol
ardiente.
Ese mediodía enredé mis versos,
mis versos de amor y de
distancias,
en el
mástil de aquel buque blanco:
por si una gaviota ingenua
lleva,
hasta el horizonte, las amarras
que en medio del océano,
anclan mi corazón a tu nostalgia.
Amor sin tiempo ni distancia,
que vive con la fuerza del
necio corazón
amarras de ti que no se llevó
el viento
aquella nublada tarde parisina
en que amé tus silencios, sin
que sospecharas
que me hacías compañía bajo los
álamos
dorados de Los Campos Elíseos.
Tu
recuerdo fue azul como la playa,
colmada de
luceros,
esa noche
boricua que bailé contigo,
al son
tibio de las olas, tan solo en la añoranza.
Y al sonar de castañuelas, otra
noche madrileña,
recorrimos callejuelas, bares,
bulerías.
Y brindé contigo un vino imaginario;
porque ibas conmigo, pero no lo
sabías.
Junto a mi te vi, levantando una copa,
en la tierra prieta del charro y el mezcal,
Y mis versos, barcas
migrantes,
aquella noche de arte y poesía,
en el “Palacio de Bellas
Artes”
atracaron sin encontrar tus muelles.
Amor de siempre, amor de nunca.
Al son de una milonga en el barrio del Boca,
llevé a cuestas la aflicción de mi alma rota.
Te envié mil besos desde el Mar del Plata, en un
velamen que corría, sin llegar a tu destino.
Amor de fantasía y sempiterno ensueño;
Aventura de vivir jalonando la cola de una estrella,
Sobre la nube, sobre el mar, sobre la arena.
Te encontré en el Nueva York de mil colores,
Oculto detrás del horizonte
y con solo tus recuerdos, tejí mi soledad
de luna, amontonando olvidos.
Tu sonrisa se prendió en la espuma
de las Cataratas del Niágara;
y en la rada ardió tu nombre
como una hoguera en los bosques de pino.
Qué broma, que ironía, solo amarte con palabras.
Haz recorrido el mundo tomado de mi mano,
Lima, Bogotá, el viejo San Juan, Toledo y…
¡Nunca, jamás lo adivinaste!!!
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