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viernes, 21 de diciembre de 2007

INSPIRACIÓN POÉTICA

La inspiración como tal viene a ser, la situación vital del poeta cuando nace en su interior ese proceso genético.
Un hombre no puede decir: compondré poesía. Ni siquiera el más grande de los poetas puede decirlo, ya que el espíritu, en cuanto a la creación, es como una brasa que se extingue, a la que alguna influencia invisible, como viento inconstante, aviva y hace relucir transitoriamente”.
Otro argumento que se propone explicar la inspiración se lo toma de Platón: “Fui a los poetas: trágicos, ditirámbicos y de toda especie...Les tomé algunos de los pasajes más elaborados de sus propias obras, y les pregunté cuál era su significado...¿Me creeréis?. Difícilmente hay alguien, entre los presentes, que no hubiera hablado sobre su poesía mejor de cuanto hicieron ellos mismos. Entonces supe que no por sabiduría escriben los poetas, sino por una suerte de genio e inspiración.”
En este sentido el artista es pasivo, y debe recibir algo que viene de lejos, desde regiones ignotas del cosmos o del espíritu. Sin embargo, esto que “viene” lleva consigo su propia dirección, pues en cierto modo el poema crece por su cuenta. En efecto el poema nace de pronto como ocurrencia, y nace con un desarrollo implícito que limita, a la vez que orienta, las fuerzas creativas del poeta: quién, por tanto, parece ser un simple espectador de un prodigio que le excede por todas partes.
Sin embargo este milagro no es la voz de los dioses o el aparecimiento especial de un “estado” profundo del alma poética, o la convencional “inspiración” o estado de poesía; más bien se explica abordándolo desde el punto de vista del poema, basándose en la estructura y la actividad del germen creativo. El poema nace como algo “extraño” al poeta, y se despliega por sí solo ante los ojos casi pasivos del artista, y no por obra de fuerzas externas: cósmicas o anímicas, sino en virtud de la naturaleza misma del germen, pues éste desde su nacimiento posee su propia ley de desarrollo; “viene” de pronto, sin que el poeta lo forje; viene porque el poeta “lo encuentra” y no puede ser dirigido en cualquier dirección, sino en la que él mismo impone.


“Que el primer brote de la obra tenga su independencia y reclame su propio desarrollo, he ahí lo que se suele llamar inspiración”,
El estado de inspiración es, por lo tanto, el estado en el que un poema se produce o se puede producir, más allá de cuanto el poeta, al margen de la poesía o en relación accidental con ella, pueda experimentar. El poema, desde su nacimiento, no pertenece del todo al poeta
El lenguaje germinal tiene su propia alma, su propia voz; pero son tan débiles que necesitan nutrirse en el espíritu el poeta, pedirle prestada su voz para crecer y desarrollarse. El poeta lo sabe, y deja al germen hablar, se deja arrastrar en la aventura del poema presintiendo el triunfo final.

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